jueves, 7 de febrero de 2013

Resumen del texto "Instinto e Inconciente" de Carl Jung



INSTINTO E INCONSCIENTE, CARL GUSTAV JUNG
Por Lic. Moyano Agustín Danilo

Si se discute la relación entre instinto e inconsciente es indispensable una clara definición de ambos.

Sólo pueden llamarse instintos aquellos fenómenos que son procesos heredados, inconscientes, y sobre todo que se repiten uniforme y regularmente. Deben tener el sello de una necesidad imperiosa, comparable a una especie de acto reflejo. Se distingue de un reflejo sensorio motor puro sólo por su naturaleza más complicada.

Es conocida la concepción de  que los instintos proceden de una especie de acto volitivo frecuentemente repetido de un modo individual y luego también general. Pero debe destacarse que los instintos más maravillosos observados en el reino animal carecen por completo del factor de aprendizaje.

La intuición (entendida con un proceso perceptivo inconsciente) es un proceso análogo al instinto, con la única diferencia de que el instinto es un impulso adecuado a una actividad a veces muy complicada, y la intuición la aprehensión inconsciente adecuada a una situación con frecuencia sumamente compleja. La intuición sería así una especie de inversión del instinto ni más ni menos admirable que éste.

Lo inconsciente ha de comprender la totalidad del conjunto de fenómenos psíquicos carentes de la cualidad de conciencia. Estos contenidos se designan subliminales porque no poseen valor energético suficiente para volverse conscientes.

A la suma de los contenidos adquiridos por el individuo, como recuerdos perdidos o represiones de contenidos penosos, la designo como inconsciente personal. A la suma de los instintos, entendidos como impulsos a actuar sin motivación consciente resultados de una necesidad, y a los arquetipos de la percepción y aprehensión, entendidos como formas de intuición existentes a priori (congénitas), la designo como inconsciente colectivo porque son contenidos difundidos de manera general y uniforme.

Así como los instintos disponen al hombre a una manera de vivir específicamente humana, así los arquetipos obligan la percepción e intuición de formas específicamente humanas. La cuestión del instinto no puede tratarse desde el punto de vista psicológico sin considerar la cuestión de los arquetipos, pues una es condición de la otra.

Al hombre le ha sido posible, mediante un cuidadoso adiestramiento, transformar parte del instinto en actividad volitiva. Pero si bien el instinto es domesticado, el motivo principal sigue siendo el instinto. Se ha logrando envolver una gran cantidad de instintos en argumentos y propósitos racionales, de tal suerte que ya no podemos reconocer debajo de tantos velos el motivo primordial. Pero cuando aplicamos a la acción humana el criterio, recomendado por Rivers, de la reacción desproporcionada, reacción todo o nada, encontramos innumerables casos de reacciones desproporcionadas no adecuadas a las circunstancias. Creo por lo tanto que el obrar humano está influido por el instinto en grado mucho más alto de lo que por lo general se supone, y que a este respecto estamos sujetos a múltiples engaños del juicio, como consecuencia de la exageración instintiva del punto de vista racional.

Los instintos son formas típicas de acción, y siempre que se trata de formas de reacción que se repiten uniforme y regularmente, se trata de un instinto, sea que se asocie un motivo consciente o no.
Así como debemos establecer el concepto de un instinto determinante y regulador de nuestra acción consciente, debemos también tener un factor correlativo que determine la uniformidad y regularidad de nuestra aprehensión. Designo tal factor como arquetipo o imagen primordial. Podríase asimismo llamarlo intuición del instinto en si mismo o autorretrato del instinto, por analogía con la consciencia, que no es otra cosa que una imagen interior del proceso objetivo de la vida. Del mismo modo que la aprehensión consciente da forma y objetivo a la acción, la aprehensión inconsciente determina, mediante el arquetipo, la forma y objeto del instinto. Al igual que consideramos el instinto como “refinado”, también debemos suponer que la intuición o aprehensión (causante del instinto) por medio del arquetipo, es de increíble precisión.

Así como el criterio de reacción todo o nada sustentado por Rivers nos ha permitido descubrir fácilmente la actividad del instinto; el concepto de la imagen primordial o arquetipo nos ayuda a descubrir la actividad de la aprehensión intuitiva.

La psicología analítica se ocupa diariamente en el tratamiento de perturbaciones de la aprehensión consciente, tanto en sanos como en enfermos, debidas a la irrupción de imágenes primordiales. Pues las exageraciones de la acción debidas a la injerencia del instinto son ocasionadas por concepciones intuitivas, es decir, por arquetipos, que provocan impresiones demasiado intensas y a veces con una deformación particular.

Los arquetipos son formas típicas de la aprehensión; sobre todo cuando se trata de concepciones que se repiten de un modo uniforme y regular, está actuando un arquetipo, reconózcase o no su carácter mitológico.

Lo inconsciente colectivo consta de la suma de los instintos y sus correlatos, los arquetipos. Es imposible decir qué es primero: la aprehensión o el impulso. Me parece que ambos son una misma cosa, la misma e idéntica actividad vital, que sólo para una comprensión mejor debemos pensar con diferentes conceptos.

Bibliografía:
Carl Gustav Jung, Energética psíquica y esencia del sueño, Paidos, Argentina, 1982, Cap 5.

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