INSTINTO
E INCONSCIENTE, CARL GUSTAV JUNG
Por
Lic. Moyano Agustín Danilo
Si se discute la relación entre instinto e
inconsciente es indispensable una clara definición de ambos.
Sólo pueden llamarse instintos aquellos fenómenos
que son procesos heredados, inconscientes, y sobre todo que se repiten uniforme
y regularmente. Deben tener el sello de una necesidad imperiosa, comparable a
una especie de acto reflejo. Se distingue de un reflejo sensorio motor puro
sólo por su naturaleza más complicada.
Es conocida la concepción de que los instintos proceden de una especie de
acto volitivo frecuentemente repetido de un modo individual y luego también
general. Pero debe destacarse que los instintos más maravillosos observados en
el reino animal carecen por completo del factor de aprendizaje.
La intuición (entendida con un proceso perceptivo
inconsciente) es un proceso análogo al instinto, con la única diferencia de que
el instinto es un impulso adecuado a una actividad a veces muy complicada, y la
intuición la aprehensión inconsciente adecuada a una situación con frecuencia
sumamente compleja. La intuición sería así una especie de inversión del
instinto ni más ni menos admirable que éste.
Lo inconsciente ha de comprender la totalidad del
conjunto de fenómenos psíquicos carentes de la cualidad de conciencia. Estos
contenidos se designan subliminales porque no poseen valor energético
suficiente para volverse conscientes.
A la suma de los contenidos adquiridos por el
individuo, como recuerdos perdidos o represiones de contenidos penosos, la
designo como inconsciente personal. A la suma de los instintos, entendidos como
impulsos a actuar sin motivación consciente resultados de una necesidad, y a
los arquetipos de la percepción y aprehensión, entendidos como formas de intuición
existentes a priori (congénitas), la designo como inconsciente colectivo porque
son contenidos difundidos de manera general y uniforme.
Así como los instintos disponen al hombre a una
manera de vivir específicamente humana, así los arquetipos obligan la
percepción e intuición de formas específicamente humanas. La cuestión del
instinto no puede tratarse desde el punto de vista psicológico sin considerar la
cuestión de los arquetipos, pues una es condición de la otra.
Al hombre le ha sido posible, mediante un cuidadoso
adiestramiento, transformar parte del instinto en actividad volitiva. Pero si
bien el instinto es domesticado, el motivo principal sigue siendo el instinto.
Se ha logrando envolver una gran cantidad de instintos en argumentos y propósitos
racionales, de tal suerte que ya no podemos reconocer debajo de tantos velos el
motivo primordial. Pero cuando aplicamos a la acción humana el criterio,
recomendado por Rivers, de la reacción desproporcionada, reacción todo o nada,
encontramos innumerables casos de reacciones desproporcionadas no adecuadas a
las circunstancias. Creo por lo tanto que el obrar humano está influido por el
instinto en grado mucho más alto de lo que por lo general se supone, y que a
este respecto estamos sujetos a múltiples engaños del juicio, como consecuencia
de la exageración instintiva del punto de vista racional.
Los instintos son formas típicas de acción, y
siempre que se trata de formas de reacción que se repiten uniforme y
regularmente, se trata de un instinto, sea que se asocie un motivo consciente o
no.
Así como debemos establecer el concepto de un
instinto determinante y regulador de nuestra acción consciente, debemos también
tener un factor correlativo que determine la uniformidad y regularidad de nuestra
aprehensión. Designo tal factor como arquetipo o imagen primordial. Podríase
asimismo llamarlo intuición del instinto en si mismo o autorretrato del
instinto, por analogía con la consciencia, que no es otra cosa que una imagen
interior del proceso objetivo de la vida. Del mismo modo que la aprehensión
consciente da forma y objetivo a la acción, la aprehensión inconsciente
determina, mediante el arquetipo, la forma y objeto del instinto. Al igual que
consideramos el instinto como “refinado”, también debemos suponer que la
intuición o aprehensión (causante del instinto) por medio del arquetipo, es de
increíble precisión.
Así como el criterio de reacción todo o nada
sustentado por Rivers nos ha permitido descubrir fácilmente la actividad del
instinto; el concepto de la imagen primordial o arquetipo nos ayuda a descubrir
la actividad de la aprehensión intuitiva.
La psicología analítica se ocupa diariamente en el
tratamiento de perturbaciones de la aprehensión consciente, tanto en sanos como
en enfermos, debidas a la irrupción de imágenes primordiales. Pues las
exageraciones de la acción debidas a la injerencia del instinto son ocasionadas
por concepciones intuitivas, es decir, por arquetipos, que provocan impresiones
demasiado intensas y a veces con una deformación particular.
Los arquetipos son formas típicas de la aprehensión;
sobre todo cuando se trata de concepciones que se repiten de un modo uniforme y
regular, está actuando un arquetipo, reconózcase o no su carácter mitológico.
Lo inconsciente colectivo consta de la suma de los
instintos y sus correlatos, los arquetipos. Es imposible decir qué es primero:
la aprehensión o el impulso. Me parece que ambos son una misma cosa, la misma e
idéntica actividad vital, que sólo para una comprensión mejor debemos pensar
con diferentes conceptos.
Bibliografía:
Carl Gustav Jung, Energética psíquica y esencia del
sueño, Paidos, Argentina, 1982, Cap 5.
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